El arrastre de tablas, una arraigada tradición, ha visto cómo su esencia se diluye con el paso del tiempo.
El arrastre de tablas es una manifestación cultural única. Al no darle el protagonismo que merece, se puede contribuir a la pérdida de la identidad local.
Las tablas, eje central de esta costumbre, han sido relegada a un segundo plano por otros elementos complementarios, como puede ser el descorche u otros elementos, según le venga en gana al ayuntamiento de turno.
Si se sigue esta tendencia, las fiestas tradicionales podrían convertirse en eventos más genéricos y menos auténticos, perdiendo su carácter distintivo.
El cartel de San Andrés de 2024, en lugar de realzar la importancia histórica y cultural del arrastre, enfatiza de manera desproporcionada el vino y su consumo.
Esta representación desvirtúa el verdadero significado de la tradición, fomentando un enfoque más centrado en la bebida que en la preservación de un legado cultural.

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